¡Nada es personal!

Desde que todo el mundo tiene teléfono móvil, las conversaciones privadas desaparecen.

El otro día, en uno de mis trayectos en el autobús había una señora madurita y estilosa que hablaba con al parecer su amante sobre cuando dejaría éste a su mujer, comentando que estaba harta e incluso elevando el tono de voz. Realmente me pareció humillante que dicha conversación de carácter intimo se estableciera tan públicamente.

Cuando salgo con mis compañeras a tomar una caña, algunas se pasan el rato de la caña colgadas al teléfono.

Me desespera completamente ir paseando por la calle con alguien y que me dejen colgada porque alguien llama por teléfono, clara señal de que quien llama tiene una conversación más agradable que la mía.

El colmo de los colmos fue cuando entre al baño y había alguien en el trono, hablando por el móvil y despidiéndose con el sonido de la cisterna.

¡ Claro, que la rara debo ser yo!